Reseñamos un debut de larga duración muy anticipado que cementa y solidifica el firmamento del universo bohemio y surreal de este cantautor boricua.
Tras años de consagrarse en tarimas y pulir repertorios atemporales de tradiciones de antaño y composiciones originales, culmina la maduración musical de Joe Louis con su primer disco, titulado Lo Sagrado. Temas que iniciaron en la sinceridad y humildad de Joe y su guitarra acústica, han ascendido a ambiciones astronómicas mediante arreglos de primera calidad y la participación de la Banda Onírica de la Puerta Roja.
Al mando de este cohete trans galáctico junto a Joe está Andrés “Patillaz” Ferreras, que sirve como productor, arreglista y guitarrista de Lo Sagrado y el general detrás del ejército de jazz fusion boricua Sr. Langosta. También como mercenarios fieles a esta aventura onírica se encuentran Leonardo Osuna (batería), Luisfra Colón (saxofones) y Jorge Mercado (tuba) a través de todo el disco en adición a otros músicos puertorriqueños ilustres dando soporte.
Lo Sagrado es una experiencia entera de corte conceptual, pese a la gran variedad de sonidos y el disfrute de las canciones a nivel individual. Mediante arreglos magnos que hacen relucir su poesía, Joe Louis traza la transición de vivir en su pueblo natal de Ciales a mudarse al casco urbano de Río Piedras. El disco abarca su despertar sexual, la complejidad socio-política de la isla, el mundo de los sueños y su redefinición personal de lo que es sagrado.
La simbiosis de la música con la letra asegura transmitir esto al oyente. En los sueños típicamente, por más confusos, surreales y desorientadores que puedan ser, hay un vínculo reconocible y tangible a nuestra realidad. La música refleja esto con gran eficacia en la manera que logra acoplar suficientes tropos de géneros distintos para crear algo simultáneamente fresco pero tradicional, centrado pero atemporal y extraño pero familiar. En aproximadamente 40 minutos, experimentas una degustación sustanciosa de estilos como baladas, boleros, bachatas, ska, rock, folk, indie, jazz, doo wop, pop y trova.
Un intro de guitarra acústica y sintetizadores al revés, titulado “Preludio Onírico”, que suenan como cometas y estrellas fugaces junto al cantar de los coquíes nos abre la puerta roja hacia Lo Sagrado. “Analogía” tiene toques de indie rock y folk, pero, a la vez un sentido de pop más tradicional y barroco a la Brian Wilson. Hay teclados acogedores y el solo de guitarra pulido y hábil complementan la brisa dulzona que emana la canción. Es un tema bien placentero que te da la bienvenida formal al disco con su mirada satírica a la imagen fálica de la iglesia.
“Canción de Tormenta” recuenta los traumas y ansiedades suscitadas por el huracán Maria en 2017 con su galope percusivo, energético e incansable. Latigando al caballo del snare están los fraseos vaqueros de la guitarra y el impulso jovial de la tuba. Joe Louis ha reconocido que el disco carga con el afán por esa estética acústica, rústica, callejera y latino-europea de Monseiur Periné. Su influencia se nota particularmente con la percusión veloz, la entonación y dicción de los vientos y en la paleta vasta de géneros y estilos en sus repertorios.
“El Otro Lado” es un dueto soñoliento con Mimi Maura que da la impresión de que Joe lleva cantando con ella de toda la vida con sus armonías excelentes. Empieza con un arpegio bachatero que mezcla de manera exquisita con el ritmo bolero con cha-cha-chá de los versos. Las guitarras durante el solo tienen octave fuzz para darle unos bordes más ásperos al tema. El ritmo tiene un leve aire de agitación y desesperación que busca consuelo de las voces y el resto de la instrumentación durante el coro y el puente. Hay una añoranza, ganas de escapar pero terminar mirando melancólicamente por la ventana.
Se acaba el primer acto con “Polionírico”, una oda al poliamor. Este tributo al doo wop de los años '50 viene suplementado por una banda expandida sumandose piano y coristas. Durante el puente, Joe Louis cita al romanticón de Chet Baker con su refrán emblemático de “I Fall In Love Too Easily”. De sorpresa se atraviesa en el camino un final caótico avant garde para enfatizar la locura del sueño que se transforma inesperadamente en jazz de Nuevo Orleans marchando por la avenida.
La canción que sigue ha sido descrita por su autor como esperar el fin del mundo. “Desde Mi Casa” evoca imágenes de su pueblo natal de Ciales. La mayoría del tema se pasea con un aura de bolerismo tropical. Algunos de los fraseos de guitarra remiten al soul cinemático de Isaac Hayes o Curtis Mayfield. Hay referencias a maestros acosadores del colegio, secretos generacionales, macheteros reunidos en cuevas e Iris Chacón bailando sola en el televisor. El puente viene lleno de tensión con los vientos punzantes y los snares militares que traen recuerdos de John Williams y sus bandas sonoras para Star Wars. Pero hay sabrosura y sensualidad en la pista de sobra para contrastar con la letra apocalíptica.
“Río Piedras” es sin duda el corte más jazzero en todo el disco aludiendo más a esa época de los años '20. En distintos puntos va alternando niveles de intensidad, variando de un jazz más relajado de costa mediterránea a un salón de baile explosivo y sudado.
“Testigo Fantasma” es el segundo dueto del álbum y es junto a Fofé Abreu de Circo. Incluye un sample de Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios de Pedro Almodovar. El ritmo va con un paso y un desenlace emotivo similar a canciones de Led Zeppelin o Pink Floyd. Ya que la banda incluye a dos miembros de Sr. Langosta, también se pueden trazar lazos a épicas lentas como “Ha Sido La Bruja”. Acordes solitarios de un órgano Hammond y arpegios de guitarra acústica introducen nubes grises y tenebrosas. Las gargantas gemelas de Joe Louis y Fofé se encargan de la inundación pasional junto al estallido de la banda y los instrumentos de viento. Una canción contundente y poderosa sobre presenciar abuso doméstico y el trauma que deja. Es un desborde de sentimiento profundo y arraigado.
Después de un interludio tipo radio novela sobre un enamoramiento ciencia ficción titulado “Dios en Fa”, acaba este encanto onírico de la manera más magna y expansiva. “R de Jerez” se siente como un cinemascope galáctico. Comparte esa misma grandeza sonora que tiene “Testigo Fantasma”. Comienza como una balada gentil en piano y guitarra acústica. De ahí va adquiriendo barriga hasta parir un arreglo bellísimo tipo “Space Oddity” de David Bowie. Esto se nota particularmente en términos de cómo va construyendo dinámica y floreciendo con acordes y armonías elevadoras.
Da ganas de virar hacia atrás y repetir el recorrido solo para volver y apreciar la genialidad narrativa del disco tras un final tan satisfactorio y memorable. Volver a experimentar la odisea de pasar por la puerta roja…
Comments